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Okupa, ¿por ideología o necesidad?

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POR: VICTOR MANUEL PÉREZ

Doctor en Ciencias de la Información. Director del Máster Universitario en Marketing y Comunicación Corporativa

Detrás del okupa hay un planteamiento ideológico que va más allá del hecho de la ocupación, de manera ilegal, de infraestructuras deshabitadas. Es una estrategia de acción política en el cual se enarbola, entre otros, el derecho a la vivienda enfrentándolo al modelo de negocio del sector inmobiliario. Este tipo de acciones, aunque delictivas, pone en el foco preguntas como: ¿por qué se han autorizado la construcción de infraestructuras que después no se utilizan?, ¿cuál es la estrategia para el uso de estas infraestructuras?, ¿por qué se acepta la presencia de okupas y no se activan eficazmente los mecanismos legales para su desalojo?, ¿cuáles okupas están demandando un lugar digno para vivir y no se trata exclusivamente de una protesta ideológica? En el tema de los okupas, sea por necesidades de vivienda o por crear espacios políticos-culturales de participación, hay realidades complejas que requieren de la presencia de las instituciones las cuales, en ciertos casos, parecieran mirar a otro lado.

El okupa o las mafias que organizan algunos okupamientos son conocedores de que su actuación puede considerarse como un delito de usurpación siendo conscientes del límite que no deben traspasar, el allanamiento de morada. Ambas situaciones son diferentes. La usurpación, en el Código Penal, se entiende como aquel «que ocupare, sin autorización debida, un inmueble, vivienda o edificio ajenos que no constituyan morada, o se mantuviere en ellos contra la voluntad de su titular» (artículo 245). El allanamiento de morada se refiere a cuando alguien, «sin habitar en ella, entrare en morada ajena o se mantuviere en la misma contra la voluntad de su morador» (artículo 202). Estamos ante una dimensión legal en el cual es indispensable más información y una actuación coherente entre los organizamos responsables.

Ahora bien, también hay una dimensión social que no puede ignorarse. ¿Cuál es el perfil del okupa en España? ¿Cuáles son las consecuencias de una infraestructura “okupada” para un determinado barrio? ¿Cuáles son las mafias que operan detrás de estos procesos? No se cuentan con datos estadísticos y sociológicos actualizados que permitan profundizan en el fenómeno okupa. Las respuestas a estas preguntas son tan diversas como situaciones existan. Minimizar el problema es tan irresponsable como maximizarlo. Se requiere, por lo tanto, que las instituciones asuman la realidad de su municipio, provincia o autonomía para gestionar adecuadamente las infraestructuras inutilizadas y, en aquellas en las cuales hay okupas, conocer las dificultades que surgen por las incomprensiones o excesos en la convivencia ciudadana.

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