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Pepe, desahuciado: "No pedimos limosna, pedimos alojamiento"

POR: GEMA CORTIJO ROMANCE Y PATRICIA SIMÓN GARCÍA

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Pepe recoge sus pertenencias antes de abandonar el piso en el que vivían | Cristina Aznar

Pepe y Benito, dos ancianos de 79 y 84 años respectivamente que, a su edad y con problemas de salud, se ven en la calle, sin ningún tipo de ayuda y después de que se les considere ocupas de la que hasta unos meses era su casa en el barrio zaragozano de El Gancho. Muchos años y recuerdos en un piso que se ven obligados a dejar por impago del alquiler. Entre la ayuda de los vecinos y el pago del alojamiento en una pensión, están pasando estos primeros días fuera del piso en el que vivían.

Ambos llegaron a Zaragoza hace varios años. Desde 2003 viven en el barrio de El Gancho “pagando religiosamente el alquiler de manera fiel y puntual”, relata Pepe. Los problemas empezaron hace unos meses, cuando se vieron obligados a mudarse. Se tuvieron que trasladar porque "la inmobiliaria, que era la propietaria del inmueble, quería que el edificio se quedase vacío", cuenta Pepe. Entonces, Pepe y Benito fueron realojados por la inmobiliaria en un nuevo piso de su propiedad. El nº 76 de la calle Pignatelli, en el barrio zaragozano de El Gancho, que muy pronto se convirtió en su hogar. 

 

 

 

 

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Una nueva casa en la que comenzar una historia llena de buenos recuerdos. Sin embargo, esto fue imposible en un edificio en “el que había okupación problemática y conflictiva. Ellos mismos también sufrían las consecuencias de esa okupación”, explica Cristina Aznar, miembro de la Plataforma Stop Desahucios. El propio Pepe recuerda que el edificio estaba completamente okupado por “irregulares, traficantes, drogadictos... Gente a la que han desalojado a base de tiros”.

“Pepe y Benito eran los únicos que vivían de forma legal en el edificio”

Como cuenta Aznar, “Pepe y Benito eran los únicos que vivían de forma legal en el edificio, de hecho, pagaban un alquiler de 116 euros mensuales. Al poco tiempo, la inmobiliaria cambió de nombre”. Pepe afirma que "ahí comenzaron los problemas". “Durante un año y medio, cada dos meses subía a Cajamar a informarme de la situación, pagar, actualizar y mantenerme al día. No me cobraban y se negaron a facilitarme la nueva propiedad. Decían que se pondrían en contacto con nosotros, hasta hoy”, recuerda Pepe. Además, cuenta que incluso fue al Registro de la Propiedad y les envió un email, aunque asegura que nunca recibió una respuesta.

Benito y Pepe, en el local de un vecino, pasan la noche tras dejar el piso en el que vivían | Cristina Aznar
Pepe instantes después de abandonar la casa en la que vivían | Cristina Aznar
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“Vaya sacando sus cosas de ahí, sus mierdas”

Un día el temor de verse en la calle sin nada se hizo realidad. A Pepe y Benito les "comunicaron verbalmente", por el mal estado en el que se encontraba el edificio con los buzones rotos y con las paredes desconchadas y con disparos de balas, que tenían que dejar la casa, detalla Aznar. Pepe relata que “cada vez que el procurador venía a cruzarse conmigo, me decía: "Usted se tiene que ir". El hombre relata que se lo decía "con educación, pero una educación ofensiva". "Vaya sacando sus cosas, sus mierdas", palabras textuales del procurador según cuenta Pepe. El hombre explica que "personas competentes me dijeron que, mientras no recibiera comunicación oficial por escrito del juzgado, estuviera tranquilo". Una carta certificada que nunca llegó y una tranquilidad que apenas duró unas horas. “Al regresar de la compra, no nos dejaban pasar. Habían roto la puerta y habían entrado. Nos dieron una hora para coger lo imprescindible: documentación, dinero... Y nos dijeron que nos fuéramos, que no podíamos volver a entrar”, narra Pepe. De hecho, sus dos gatos se quedaron en la casa y “cuando nos abrieron para poder recoger nuestros enseres, los dos animales estaban muertos” dice con tristeza Pepe.

 

En las primeras horas son sus vecinos los únicos que les ofrecen su ayuda, dentro de sus posibilidades. Jesús María García es un comerciante del barrio zaragozano de El Gancho y tras enterarse de lo sucedido decidió habilitar una zona del local en el que trabaja para que Pepe y Benito “puedan meterse en algún sitio porque están en la calle”, detalla el vecino. García explica que los conoce desde hace más de una década y asegura que Pepe y Benito mantienen una buena relación con los vecinos, “no solo por los años que llevan viviendo aquí, sino por el trato que tienen cariñoso y amable con todos los vecinos y con todas las familias”. Y explica que en el barrio “estamos intentando echarles una mano en lo que podemos, a buscar un alojamiento, a facilitarles si necesitan alguna cosa, acompañarles si necesitan hacer algún trámite…”, relata el vecino. El mismo Pepe expone que se lleva muy bien con sus vecinos e, incluso, va más allá y reta “a alguien a que me presente a una persona que se lleve mal con nosotros”. García, tras vivir de cerca esta situación tan dura que están sufriendo Pepe y Benito afirma que “no sé si los políticos o las personas que se encargan de estas situaciones les gustaría ver así a sus padres”.

Después de unos meses de incertidumbre ante una situación desconocida hasta el momento para ellos, finalmente la pesadilla de estos dos ancianos se hizo realidad. Pepe después de dos ictus y con un 33% de discapacidad reconocida se queda en la calle junto a Benito que tiene discapacidad para andar y al que esta situación de nerviosismo le ha llevado al hospital. Ambos inciden en que “no pedimos limosna, pedimos alojamiento”, asegura Pepe. Lo único que piden es un piso en el que poder vivir el frío invierno de Zaragoza y refugiarse en un momento tan complicado marcado por la pandemia del coronavirus. 

Benito, en el local de un vecino, instantes después de abandonar el piso en el que vivían | Cristina Aznar
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