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Ocupación y medios de comunicación

POR: JOSÉ JUAN VERÓN

Doctor en Comunicación y Director del Grado de Periodismo de la Universidad San Jorge

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Los medios de comunicación son una de las principales formas por las que conocemos la realidad. Las noticias y el resto del contenido que podemos encontrar en ellos se convierten en ventanas que abrimos al mundo. Los medios nos dicen lo que tenemos saber y sobre qué debemos opinar. Los medios, entendidos en una concepción amplia, construyen la realidad social. Crean estereotipos, modelan las formas de conocimiento y conforman la cultura genera.

No es algo nuevo, esta teoría ya la expuso la socióloga Gaye Tuchman en los años setenta del siglo pasado y ha sido corroborada y completada por miles de estudios desde entonces. El caso de la supuesta ola de ocupaciones en España es un ejemplo más de que un problema de menor entidad puede convertirse en uno de los principales ejes del debate público si se dan una serie de circunstancias propicias.

En este caso, comenzaremos por unas campañas publicitarias en las que se imitan informativos o conversaciones de ascensor que se construyen sobre informaciones inexistentes, cuando no deliberadamente contrarias a la realidad, y que tratan de generar una necesidad: colocar una alarma. La técnica de venta es sencilla; para vender seguridad, lo primero es que el consumidor se sienta inseguro. Ese es el objetivo.

El miedo, la inseguridad, es poderoso. Pronto el discurso va calando en ciertas clases sociales, se alimenta desde determinadas instancias económicas, se introduce en el debate político y se inflama… y acaba presente en tertulias de medios de comunicación y particularmente en las televisiones, que comienzan a dedicar espacios cada vez mayores al gran problema de la ocupación de domicilios.

Así se completa el manual. Se seleccionan noticias concretas, se destacan por determinados intereses y se relacionan con otros incidentes poco significativos, tanto aisladamente como en relación con otros. Los medios no investigan en profundidad y se limitan a reiterar en informaciones superficiales, a largas y constantes (y repetidas) coberturas de sucesos de gran espectacularidad, a editorializar, a generar argumentario de chismorreo en sus tertulias… mientras ignoran las estadísticas y las informaciones de fondo. Los medios siguen el carril, pues cuando advierten que alguno de ellos informa de un tema, comienzan a prestarle atención, los emisores originales se refuerzan y el tema tiende a adquirir preponderancia.

Se ha impuesto un marco y se construye una realidad. La ideología (o el prejuicio o simplemente la comodidad de seguir el carril) bloquea la indagación, impide que tanto los periodistas como el público traten de comprender la realidad de forma analítica y autónoma.

Y todos estos elementos, desde la publicidad al chismorreo público o privado, y a la sobreinformación o el postureo político, comienzan a retroalimentarse a la velocidad del trueno. La maquinaria funciona a pleno rendimiento, con grandes intereses empujando y con el miedo como combustible.

En otro plano, la realidad. Los jueces se esfuerzan en explicar la diferencia entre allanamiento y usurpación, pero todo se mete en el mismo saco de la ocupación. Se explica que en España en el último año apenas se han producido 285 sentencias condenatorias y que la mayoría derivan de conflictos familiares, pero seguimos pensando que, si nos vamos fuera un fin de semana, a la vuelta podemos encontrarnos a alguien en nuestra casa. Da lo mismo que la gran mayoría de los casos se den en pisos vacíos propiedad de bancos, el problema se ha transferido al ciudadano medio.

Aunque la realidad no siempre se puede explicar con números, ayudan. Y en el fenómeno de las ocupaciones no es posible encontrar datos de que el fenómeno se dispare. Tampoco hacen falta nuevas leyes, puesto que los propios jueces han explicado en repetidas ocasiones que en el caso de una vivienda habitual es inmediato.

Es decir, que el problema existe, pero ni tiene la dimensión y el alcance social que se ha hecho creer, ni sus víctimas son aquellas que se sienten concernidas por la tragedia. Lo importante no es la “ola” de ocupaciones (pueden cambiar este término por el que gusten en el futuro), sino la realidad que existe debajo de ella.

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